miércoles, 4 de julio de 2007

TESTIGO

Me acuerdo que era una noche cualquiera, donde el frío y la oscuridad deambulaban caminando sobre la ciudad. Solitario preguntaba por un lugar calientito y seguro para sentarse y dormir, pero luego de innumerables búsquedas y después de investigar sobre varios lugares decidió regresar a casa, encender su PC y conectarse a Internet. Creó una cuenta de correo y reenvió cadenas a todos aquellos a quien conocía en diferentes sitios del mundo. Desafortunadamente nunca obtuvo respuesta. Por eso se levantó furioso y gritó por la ventana… su esfuerzo fue en vano ya que vivía en uno de los barrios más egoístas y pálidos del país. Desesperado leyó en las páginas amarillas, subrayó avisos clasificados de la prensa dominical pero los resultados siempre fueron los mismos. Nada.
Derrotado y agotado decidió dejar de buscar. Tan solo eso era lo que necesitaba. Descansar, no buscar y encontrar… así, de repente, en un día cualquiera, EL SOL apareció de forma mágica sobre el cielo que esa vez se veía tan azul como su color favorito. La sonrisa no se hizo esperar. Brincaba de felicidad y no sabía a quién contar su nueva alegría… EL SOL y EL CORAZÓN habían llegado a coincidir sin planearlo, solo bastó un pequeño choque de miradas para entender lo que estaban hablando y todo lo que ya imaginaban. Yo, como mejor amigo de EL CORAZÓN, único testigo de esta historia, decidí narrarla para todos aquellos que aún no creen en el amor.
Hay prueba escrita, la estas leyendo.

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